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miércoles, 15 de abril de 2009

EL PUEBLO DE DIOS; SUS HIJOS







Por: Netali Lopez Hernandez


La palabra de Dios a través de sus versículos y a lo largo de toda ella nos repiten estas mismas frases, solo que de una manera distinta:

1.-“Somos el pueblo de Dios”

“Y andaré entre vosotros, y yo seré su Dios, y vosotros seréis mi pueblo.”
Levítico 26: 12

“Porque eres pueblo Santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra.”
Deuteronomio 14: 2

“Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa.”
Nehemías 1: 10

“Por tanto queda un reposo para el pueblo de Dios.”
Hebreos 4: 9

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación Santa, pueblo adquirido por Dios,…”
1ª pedro 2: 9

“Y oí otra voz del cielo que decía: salid de ella, pueblo mío,…”
Apocalipsis 18: 4

(Ex. 6: 7, Dt. 27: 9, 2 Sam. 7: 23, 1 R. 3: 8, Job 12: 2, Sal. 33: 12, Is. 32: 18, Jer. 7: 23, Ez. 36: 20, Zac. 13: 9, Lc 1: 68, Hch 7: 34, Ro. 9: 25, Heb. 10: 30, Ap. 5: 9).

Esta no solo es una verdad maravillosa para todo aquel que sabe apreciarla, sino también es una promesa aplicable a cualquier persona que quiera ser participe de ella.
Cuando nosotros nos identificamos a partir de nuestra ubicación podemos decir que tenemos una identidad, la pregunta en este caso seria ¿Porqué me identifico de esta manera?, el sentirnos parte de una sociedad determinada a nuestra ubicación nos dan un sentido de pertenencia, este mismo sentido nos adjudica los limites de nuestra propia libertad dentro de el grupo al que se pertenece, es decir , considerarnos como miembros de una sociedad nos hacen sentir identificado con los integrantes que la conforman, debiendo sujetarnos a las normas que la hacen posible y que contribuyen a su armonía.
Pero a medida que el tiempo avanza esta misma armonía se ve corrompida por las malas costumbres y los hábitos inicuos que las personas adoptan como normales; cada día es mas común encontrarnos con practicas que corrompen no tan solo a quien las realiza, sino que deja huella en quien le rodea.
Para cualquiera, el saber de asesinatos, violaciones, robos, suicidios, es cosa de todos los días, aun cuando apenas hace un par de años esto era poco frecuente; en las ultimas décadas se ha manifestado el alza alarmante en estas cifras a nivel mundial; las noticias actuales nos dan a conocer actos atroces y salvajes; niños que matan a sus amigos y padres; padres que violan, golpean y asesinan a sus hijos y esposa; muertos de todas las edades a causa de drogas; gobernantes que venden a su pueblo por obtener ganancias para si; hombres mujeres y niños que deciden terminar con su vida; orgías y prostitucion, etc.
Y tiende a repetirse y agravarse este circulo; ¿hasta cuando?
Aun cuando todo esto refleja la inmensa falta de la presencia de Dios suele pasar desapercibido para nosotros o peor aun, aceptado como un transcurrir común. Este medio en el que nos desenvolvemos comienza a influenciarnos a manera que lo asimilamos; empieza a cauterizar nuestro propio ser y termina por reclamarnos como parte de el.
Es por todos sabidos que una de las batallas mas grandes que libramos es contra este mundo (seduciendo a nuestra carne con la que también guerreamos), sus placeres sobornan a cualquiera que decida aceptarlo; el no ofrece mas de lo que puedas disfrutar mientras tu cuerpo respire, y para muchos es fácil tomar de su mano lo que consideran bueno y que justifican con la frase “vivir la vida”.
Pero hay algo que no puede otorgarte, una identidad; por más a gusto que te sientas participando de el, creyendo haber encontrado algo que te caracteriza de los demás y por lo tanto único; esto no es más que solo apariencias, o como expresa la palabra de Dios:

“… y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.”
2 Reyes 17: 15

El impacto que este mundo tiene sobre las personas que han degustado de sus tentaciones va mas allá de lo que tu “fuerza de voluntad” pueda resistir, o el control que creas tener. Hay muchas maneras de caer ante las sutilezas de este adversario, siendo mas fácil quedar atrapado cuando existe un coqueteo previo por el acosado; contribuir a nuestra propia ruina no es algo de lo que nos sintamos exentos. Pero se encuentra a tu favor la maravilla antes mencionada: ¡somos el pueblo de Dios! , el Señor te ha reclamado como suyo y con ello echo parte de su inmensa familia, y esta esperando que decidas reclamar tu parte en ella, ¿Por qué has cambiado tu heredad? ¿Hasta cuando quieres proclamarte hijo de Dios?
Existe una parábola muy conocida que puede ejemplificarlo (Lucas 15: 11-32). De la misma manera es con cada uno que desprecio lo que desde un comienzo poseíamos.

“Era una mañana que aparentaba ser como las demás, el sol se asomaba para revelar las inmensas riquezas que el Padre otorgaba al hijo; pero algo cambiaba en el, aun cuando poseía la mas enorme fortuna deseaba llevarse lo que su padre le había dado y apartarse de su cuidado. Con premura se acerco a su Padre quien le esperaba amoroso; y sin importarle su gesto pasivo, dulce, y gentil, expuso su inquietud; un silencio fugaz inundo aquel lugar, los ojos del Padre se clavaban en los del hijo que esperando su respuesta evitaba encontrase con su mirada; para sorpresa del hijo no hubo reclamo alguno ni discusión como había imaginado, y sin mas que hacer en aquel lugar tomo sus cosas y se marcho.
Con el corazón destrozado sabiendo que el camino que le esperaba a su hijo era largo y engañoso, Aquel Padre salio a contemplar su partida; entre más pasos diera, mas serian los que le regresarían a casa.
Y aun conociendo que sufriría en el trayecto, lo acompaño con su mirada hasta que la silueta se borro en el horizonte.
Las riquezas que llevaba serian suficientes para hacer lo que quisiera pensó el muchacho, y sintiéndose autosuficiente se encamino en donde pudiera malgastar su fortuna. De inmediato se dio a conocer y con ello muchas personas comenzaron a buscarle; todas ellas le ofrecían cosas novedosas y atractivas, que sin pensarlo dos veces adquirió a un gran precio que no tomo en cuenta considerando llegaba con mucho. Entre más compraba mas quería; no escatimaba en borracheras, dándose el lujo de invitar a sus amigos, que noche tras noche le buscaban para continuar.
Las mujeres no eran problema para el, tenia a la que quería siempre y cuando ofreciera lo suficiente.
Hasta que una mañana queriendo disfrutar de lo que para el ya era habitual, se encontró con la desilusión de haber gastado todo lo que tenia, ¡hasta el ultimo centavo!
Desesperado acudió con quienes había gastado su heredad, que al saber su condición le dieron la espalda y abandonaron dejándolo a su suerte.
Traicionado, humillado, pobre y hambriento continuo su travesía por la vida sin saber que hacer, sin saber a donde ir; sintiéndose solo.
Poco aguanto su estomago, que reclamaba por comida. A lo lejos se dejaba ver a un hombre que daba de comer a los cerdos; acercándose sutilmente a el, contemplaba las algarrobas que comían los animales, pero nadie le daba. ¡Había caído en lo mas bajo!
Con llanto amargo y volviendo en si, recordaba los tiempos al lado de su Padre donde su única preocupación era el saber la maravillosa sorpresa que le tenía cada mañana, donde las riquezas eran inagotables, y la alegría era diaria; donde podía comer y beber hasta saciarse.
Sabía que había actuado de una manera negligente; que había herido y ofendido a su Padre; que había despreciado su propio futuro al lado de quien la vida le había dado.
Avergonzado decidió regresar a casa, esperando ser recibido como un simple criado, conciente no merecía mas. Sus fuerzas solo daban para arrastrar los pies y tendría que volver caminando; su hambre no opacaba el pensamiento que repetía incesante: ¡no me hubiera alejado tanto!
En casa; mientras tanto, aquel Padre se pasaba el día entero esperando al hijo que había perdido, sin pasar instante en el cual no lo extrañara. Sus ojos fijos en el último lugar donde lo vio, y su corazón esperanzado en verlo regresar a salvo.
A lo lejos se dibujaba la figura de un hombre; de inmediato corrió a su encuentro aun cuando para cualquiera seria imposible reconocer a alguien a esa distancia, mas el instinto de aquel Padre lo empujo a recibirle.
La distancia se acortaba mientras corría a su encuentro, sus ojos reflejaban el gozo a través de lagrimas que a medida se acercaba el uno al otro se hacían mas abundantes.
Pareciera haberse detenido el tiempo, aquel cuadro tan conmovedor disuadía el atardecer de aquel día; un abrazo que exprimía los sentimientos, una caricia que sanaba toda dolencia, todo cansancio, todo sufrir.
Y un beso que perdonaba la más horrenda falta, el más oscuro pecado.
Los sollozos del hijo contrastaban con su nudo en la garganta, dificultando sus disculpas, dejando escapar por partes su petición de ser aceptado como siervo.
Mas el padre con sus ojos aun enjugados mando a los siervos preparar enorme fiesta celebrando la llegada de su hijo; restituyéndole.
Y le vistió de ropas nuevas y le fue dado de vuelta su lugar; ¡Porque el hijo perdido, fue hallado; porque el hijo muerto, había revivido!”

Cuan hermosas son las palabras de Jesús y que bellos son los mensajes que da a través de las parábolas; y esta, aunque para muchos es “la de siempre”, nos relata la vida de todo hombre y mujer.
La cuestión en esto no es ¿Cómo puede una historia de hace 1970 años resumir la vida de toda persona?, sino ¿Por qué esta historia refleja mi vida?
Somos hijos del Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19 :16), y como ese Padre amoroso nos dio todo lo mejor, nos lleno de riquezas que satisfacen el alma, nos colmo de bendiciones; y cual fue nuestro pago, abandonarlo a la primera oportunidad llevándonos lo que nos había brindado no sin antes exigirle mas, y una vez teniendo todo lo que creíamos suficiente para comernos al mundo, partimos dando la espalda a quien acabábamos de lastimar y despreciar sin tentarnos el corazón.
A partir de entonces llenamos nuestra vida de pecado al participar de cualquier cosa que satisfaga los sentidos, que nos de un instante de placer.
“y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicacion, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas…”
Galatas 5: 19-21
Cada vez que realizamos alguna de estas cosas damos un paso mas alejándonos de casa, caminando lejos del Padre; de Dios.
Con cada una de esas faltas pagamos un precio muy alto; la riqueza inicial, que es la bendición con la que disponías, mengua con tus acciones, y acaba por agotarse, poniendo en riesgo tu parte en el Reino Celestial que por heredad te pertenece (Stg. 2:5); pones en riesgo tu propia vida.
Cuando haz llegado a este punto es entonces que cambia el panorama; las personas que creías eran tus amigos te abandonan; el creer que te buscaban porque se identificaban contigo era un engaño que tu mismo creías; ellos buscaban simplemente obtener algo de ti y una vez que lo consiguieron ya no les eres útil.
La persona que alguna ves te dijo “te amo” ahora te odia; dándote cuenta que solo te quería por lo que le ofrecías y no porque realmente sintiera algo por ti.
Te encuentras ahora solo, triste, confundido y por si fuera poco, un vació en el corazón que solo el agua y el pan de vida eterna puede saciar.
“… si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber; tu le pedirías, y el te daría agua viva.”
Juan 4:10

“mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Juan 4:14
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”
Juan 6: 51

Solo cuando decidimos venir de nueva cuenta a casa, encontraremos el alimento que tanto anhelamos; que nos hace falta.

“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás.”
Juan 6: 35

Mientras tanto; aun aceptando tu condición buscas saciar tu hambre espiritual, buscas llenar el vació que sientes, y encontrar sentido a tu vida; a pesar que eso signifique conformarte con lo peor que el mundo te ofrece; la situación te hace suponer que “de algo a nada” es mejor algo; mas para tu desgracia aun el mismo mundo te desprecia, dándole esas algarrobas a los cerdos en tu propia cara.
Y es entonces, cuando haz tocado fondo, cuando no hay lugar mas bajo en el que puedas caer; reconoces tu error, y decides regresar al lado de quien no escatima en amor, al abrigo del Altísimo (Sal. 91:1); con tu Padre celestial que desde el instante que decidiste marcharte estuvo esperando tu regreso.
Es una pena que tengamos que aprender esta lección de la peor manera, pero da más tristeza saber que decidimos recurrir a Dios cuando no tenemos otra opción. La decisión de regresar a casa siempre fue de nosotros; al igual que el Padre no te obligo a quedarte, no te obliga a regresar. De nada serviría retenernos a la fuerza; nos permite tomar nuestras propias decisiones que por lo general nos llevan a aprender de la manera más dolorosa y más difícil; aun cuando le entristezca saber que sus hijos han tomado el camino que les acarreara más sufrimientos.
Dios quiere estés con el por convicción y no por obligación.

“Jesús les dijo: Mi comida es que hagan la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”
Juan 4: 34

Dentro de nuestro pecho se encuentra un músculo cavernoso al que llamamos corazón, la perfección en su estructura manifiesta ser obra de un colosal ingenio, de un superior intelecto; constituido por cuatro ventrículos dentro del miocardio, endocardio y el pericardio; contrayéndose además por su propio impulso eléctrico. Aun cuando el cerebro muera el corazón no pierde su palpitar incesante, continuando a pesar de todo con su labor; un órgano vital para la vida, sin duda, pero que cumple una segunda función siendo esta ultima la mas importante; ha sido diseñado como el recipiente que alberga tu propia esencia: sentimientos, emociones, voluntades; he incluso se nos ha otorgado el privilegio de albergar al mismo Gran Consolador ¡el Espíritu Santo! dentro de tan frágil miembro (Ro. 5: 5, 1 Co. 6: 19); dentro de todo nuestro ser.
Dios mismo la creo para que pudieras sentir; para que pudieras amar derramo de su amor en el. Te fue otorgado lleno y puro; concediéndote disponer de su contenido a tu voluntad. Es por eso que cuando este se rompe necesita regresar con el creador para ser reparado; para llenarse cuando has malgastado el contenido en falsas ilusiones.
Cuando esto sucede nos cuesta trabajo comprender el porque somos perdonados, cuando la respuesta se encuentra en ello; en no comprenderlo.
Somos perdonados por la gracia de nuestro Hacedor, somos restituidos por el amor que ese Padre siente por ti, porque somos suyos, porque somos sus hijos, porque somos su pueblo ¡el pueblo de Dios!

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino ciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,…”
Efesios 2: 19

“y cantaban un nuevo cántico, diciendo: digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque Tu fuiste inmolado, y con Tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Apocalipsis 5: 9-10

El final de esta historia nos demuestra el inexplicable amor de Dios que nos lleva a ser perdonados, que nos conduce a El por el anhelo a Su presencia; el amor que nos hace vivir a Su lado eternamente. Nunca dejaste de ser su creación, mas ahora fuiste hecho hijo, incorporándote a la enorme familia de la fe que desde el principio de este mundo permanece y se incrementa; ahora tienes la promesa de ser un heredero de Dios (Ga. 4: 7), con invitación a las bodas del Cordero (Ap. 19: 9), con riquezas superiores a las terrenas (Hechos 17:29); en un Reino fuera de este mundo (Jn. 18: 36), edificado en los cielos y con morada para ti (Jn. 14: 3-23).
Y es así como esta historia se repite en todo hombre; ¿en que parte de la historia te encuentras?, ¿no sabes que puedes evitar el sufrimiento si decides hoy volver a casa?



DIOS LES BENDIGA.....NINGUNO TENGA EN POCO TU JUVENTUD!!

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