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jueves, 25 de marzo de 2010

LA UNIDAD





La unidad


“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.”
Hechos 4:32


Por: Neftali Lopez Hernadez


Fuera de nuestra percepción de unidad sobresale su legítimo significado en la palabra de Dios, aun con la desvalorización de este poder en la actualidad y la ambigüedad de su término, se hace manifiesta la trascendencia del conocimiento de este requisito indispensable para la consolidación de la congregación quien en ocasiones prioriza el trabajo individual ministerial como fundamento de un crecimiento espiritual con expectativas de un impacto congregacional a raíz del mismo(1 Cor.12:12-14), sin embargo desde los principios de la humanidad el encause correcto de unanimidad en pensamientos, creencias, esfuerzos y objetivos arrojan una fuerza imparable que trasciende por el paso de las épocas y deja huella en la historia(Gn.11:6), pero: ¿cual es enfoque y la razón correcta de la unidad?,¿ hacia dónde dirigir esfuerzos?,¿ hasta qué punto se debe converger con el resto de los hombres?
Sin duda la orientación correcta de la unidad es la única que puede llevarlos a un bienestar espiritual que sobrepase el plano físico hasta los límites de la eternidad, con plena convicción puedo asegurar que se trata entonces de la unificación con nuestro Señor y Salvador Jesucristo quien vino a ser el vinculo y la escalera hacia Dios padre, con el derramamiento de su sangre en propiciación eterna y definitiva para la humanidad(Ef.2:11-22, Heb.9:26;10:10); bajo esta verdad irrefutable el hombre tiene la oportunidad de acercarse confiadamente al trono de la gracia, y por tanto poseer los valores necesarios para coincidir con sus coetáneos cristianos, es pues la fe y el amor en Jesús el primer paso para la unidad(col.1:15-23) seguido de su ejemplo como absoluto modelo de esfuerzo por amar pese a las diferencias, desacuerdos, favoritismos, hipocresías, superando así nuestra naturaleza de reciprocidad en lo negativo sustituyéndolo por el deseo de bendecir con nuestra disposición al acuerdo.
Solo hasta que lleguemos a este punto seremos testigos de las bendiciones que obtenemos de parte de Dios como sucedió en Pentecostés (Hch. 2:1-4), estando todos unánimes juntos fueron llenos del espíritu santo y les fue dada manifestación al derramar consigo dones espirituales para edificación, crecimiento, e impacto mundial de la iglesia.

Ninguno tenga en poco tu juventud (1 Tim 4:12)… ¡Dios les bendiga!